Yo, en mi avión, justo antes de partir.
¡Qué bien sienta cambiar de trabajo sobretodo cuando a una al primer mes la invitan a irse con la jefa a Perú y con todos los gastos pagados!
Pues esto fue exactamente lo que me pasó a mi...
Año nuevo, vida nueva y rumbo nuevo: de Oriente a Occidente (que si se enteran mis amigos del más allá me matan!)
Pues bien, en principio hemos ido en viaje de negocios pero yo me las he arreglado para escaparme por ahí e ir a mi aire y aunque no he tenido tiempo de subirme al Machupichu pues la verdad es que he visto una ciudad muy populosa y variopinta. A continuación, el relato!
Aspectos a destacar los tengo buenos y malos aunque desgraciadamente me han llamado más la atención estos últimos, sin ser tampoco aspectos que enturbien demasiado mi impresión acerca de la ciudad de Lima. Tampoco me parece de recibo ni yo me sentiría bien criticando un lugar en el cual la gente ha sido amable conmigo y todo en su conjunto ha ido bien.
La ciudad de Lima es un lugar superpoblado de gente (11 millones de habitantes) y es por esto que se rebasa los límites de polución. Lima huele a combustible vayas donde vayas, hasta durmiendo huele a tubo de escape de coche, os lo prometo. El tráfico es por descontado un caos circulatorio y esto se debe en gran parte a que no existen semáforos en cruces grandes de calles o cuadras, como las llaman ellos.
Los coches, auténticas reliquias y cacharros abollados se rigen por la ley del más intrépido. Lo malo es cuando se juntan dos o más conductores intrépidos...
Montarse en un taxi es toda una aventura y lo más cercano a la práctica de un deporte de riesgo que yo he estado.
Antes de subirse a uno hay que acordar un precio, pero claro, el turista no sabe qué precio acordar ya que desconoce la ciudad y sus distancias. Al final terminas tanteando un poco los precios que a la postre son muy baratos al cambio. Como la ciudad es tan grande es además muy normal que los taxistas se pierdan, pero como el precio se fija antes pues uno nunca se queda con la sensación de que le han dado "la vuelta a España"...
También se comenta que al haber un índice tan alto de criminalidad no es raro que en el mismo taxi en el que se monta uno vayan y le atraquen. A mi no me pasó.
El plan B al taxi es el transporte colectivo, el autobús o "furgonetobus"
Yo en alguna ocasión opté por el éste segundo medio, mucho más emocionante, dónde va a parar, y tan sólo por 0,25 centavos de sol (unos 30 céntimos de Euro)
Esta furgoneta comunitaria lleva un conductor y un revisor que hace las veces de informador del recorrido. Lleva medio cuerpo fuera del microbus y va "cantando" las paradas que recorre así como los barrios que va a cruzar. Cuando habla no se le entiende, habla una jerga muy extraña y como que no vocaliza...
Y como el autobús pequeñito va muy lento los vendedores ambulantes saltan directamente al bus para vender desde bolígrafos hasta galletas. Yo le compré dos llaveros a un expresidiario que nos amenizó la travesía con su relato dentro del presidio y luego me dejé convencer de las excelencias de unos bolígrafos que vendía otro señor. Al tercer vendedor ya me cansé pero si no entraron 10 vendedores no entró ninguno...
Al final la travesía en microbús que salió más cara que si hubiese "agarrado" como dicen allí, un taxi.
Al final la travesía en microbús que salió más cara que si hubiese "agarrado" como dicen allí, un taxi.
Los autobuses normales son más espaciosos y llevan escritos por fuera los destinos.
Luego vi "artefactos-motocarro" móviles de todo tipo y que ilustramos a continuación:
Utilizados para trayectos muy pequeños, tipo señora que vuelve de la compra cargada y necesita que le acerquen a la esquina.
Ciclomotor con remolque. Gracias al conductor por mirar al pajarito.
Y ya por último os dejo una foto que resume el sentir popular limeño para que veáis que lo que digo del caos es cierto...
Próximo capítulos: Los mercadillos
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